Desde
una perspectiva diferente, escribimos, publicamos, compartimos en un mundo
virtual que nos ofrece la Internet. Como lectores no estamos ajenos a dejarnos
seducir por las buenas letras echas poemas, narraciones, cuentos, etc.
En esta
ocasión traigo para su deleite a Fernando Omar Vecchiarelli “Escritor del fin del
mundo”. Al cual agradezco su disposición y colaboración para este articulo.
Fernando Omar Vecchiarelli “Escritor del fin del
mundo”
Escritor Narrador de historias Nacido en Buenos Aires
un 1 de Febrero, vivió su juventud en momentos de agitación institucional en la
Argentina, el golpe del 76 marcó en las personas el temor a ser detenidos y
muertos por sus ideales o simplemente por nada. Participa activamente con
narraciones de su autoría en diferentes concursos de literatura nacional e
internacional publicando en antologías de diferentes editoriales, obteniendo
menciones de honor por sus escritos. Su afición es escribir las narraciones de
personas que tengan una historia que contar.
LA FELICIDAD
Son
diferentes y variados los caminos que elige la gente para encontrar el sentido
de su propia existencia, si uno se detiene por un momento a pensar en los
motivos del accionar o del reflexionar de esa búsqueda y pudiera sencillamente
definir en una palabra, diría que “La felicidad” es lo único que mueve
las ansias de seguir buscando un sentido a la vida.
Felicidad
que se resume en logros, golpes de suerte o simplemente en hacer lo que nos
aporte ese instante de gozo. La Felicidad eterna y constante es una utopía, no
existe una dicha para siempre, como no existe el dolor o la pena sistemática y
constante, aún el mayor desgraciado siente placer. ¿O acaso el torturado no
siente alivio entre golpe y golpe propinado para infringirle dolor?
Ni
siquiera el amor o el odio son sentimientos comparables con la felicidad, se
sufre por amor y se siente satisfacción en el odio, la bondad y la maldad
producen sentimientos encontrados, las personas muchas veces ante la bondad se
sienten cercanos a la estupidez y algunos generan dicha ante la maldad, por
acción o contraposición, la desgracia ajena es un claro ejemplo de sentimiento
antagónico por el goce de no ser víctima del infortunio.
El
sentido de la vida está ligado a la búsqueda de La felicidad como único
sentimiento puro y a la vez inalcanzable, que no puede ser desarrollado
materialmente, ¿cuánto dura la felicidad ante el objeto más preciado creado por
la humanidad? Dura lo que tarda la humanidad en crear un modelo superior. La
felicidad es efímera pero el camino a recorrer en su búsqueda es eterno.
¿Cuándo
se logra llegar al final del sendero? Probablemente nunca, ni en la muerte
física ni suponiendo la existencia de un alma y de un lugar donde en definitiva
seremos felices para siempre. Creamos o no en la continuidad en un más allá, la
sola duda de la existencia de ese estado superior nos genera infelicidad.
Existe
gente que cree que el objeto de su existencia es la lucha o el conflicto y ese
sentimiento es valedero si tiene como finalidad encontrar el camino de la
felicidad, pero si no es así, es simplemente estúpido, no existe satisfacción
en la lucha, solo se consigue dolor y resentimiento, la lucha es un medio para
llegar al triunfo que es un sentimiento cercano a la felicidad y digo cercano
porque en toda lucha hay cosas que se ganan y otras que se pierden, por lo
tanto no se llega a un “estado completo” de felicidad. Estado que en realidad
no existe ni existirá, creer en eso es simplemente una necedad tan similar como
creer que en la Lucha se encuentra la felicidad.
Quien
usa el medio como un fin, se equivoca y se asegura la desdicha constante.
¿Quién es feliz?
Feliz
es aquel que aún no sabe que debe buscar un camino, por lo tanto todo ser nace
feliz, sin importar las circunstancias, todo individuo es parido sin conocer su
fortuna, sea esta espiritual o material, ese es el punto de partida de la
felicidad y el fin del camino para encontrarla, al crecer comenzará alejándose
de ese punto único e irrepetible donde se ancla la felicidad en su estado más
puro, es a lo largo de su vida que redoblará esfuerzos por volver a encontrar
ese punto perdido, ese primer mojón.
En
su camino dejará señales, pequeñas migas para encontrar el camino de regreso.
¿Será
acaso con la muerte del individuo el principio o fin de la búsqueda? Tal vez la
felicidad tiene sentido en la búsqueda en sí, en la esperanza de encontrarla,
al igual que en cada nacimiento, se abrirán los ojos del alma para ver por un
momento la luz primera y así sentir la vida plena por un instante.
Más
todos debemos caminar sin olvidar que ofrecemos y recibimos momentos de
felicidad de otros, que al igual que nosotros, buscan el camino de regreso para
poder cerrar el círculo de nuestra existencia en este mundo.-
Fernando Omar
Vecchiarelli
Escritor del fin del mundo
VENDIENDO EL CUERPO- CARTA A MI MADRE
Madre, no soporto la idea de seguir en esta situación de imperfección ante la vida, tomar conciencia que el paso del tiempo hace ineludible que mi aspecto físico se deteriore y deje de ser atractivo para mí y para los hombres, que por suerte, y en un gesto amable, ocultan su rechazo al contacto con mi humanidad, me hace inquietar. Cada anochecer se me complica aún más obtener los favores del sexo opuesto y a la vez complementario, la gama de etnias y edades se acrecientan en la búsqueda desesperada de la compañía de un hombre que alegre mis despertares.
Ya no logro atrapar con mis encantos a jóvenes esbeltos, nórdicos, caucásicos verdaderos especímenes bellos, de músculos trabajados en interminables sesiones de gimnasia, o en la práctica de deportes aeróbicos. Con el trascurrir de los años me he conformado con seres de menor encanto físico, como mulatos o asiáticos de contexturas pequeñas y con alguna que otra minusvalía, pero que conservan al menos el vigor necesario para encarar el romance, pero esa situación ha cambiado casi sin darme cuenta, tomando conciencia la otra noche al verme reflejada en un espejo, que tapizaba la pared de la alcoba de ese motel de la afueras del pueblo, y en esa imagen comprendí mi actual situación, la verdadera magnitud de mi ocaso, de lo terrible de lo determinante.
Vi mi cuerpo entrelazarse, fundido en un abrazo amoroso con un enano semi vestido con ropas de gnomo color verde y sombrero de cuatro puntas, rematadas con cascabeles dorados, que burlonamente se reía haciendo muecas al espejo con su boca desdentada y su ojo de vidrio... Y yo madre me he preguntado, en esta situación ¿No será tiempo de tomar una decisión? ¿No será hora de dejar de buscar la pareja ideal, el príncipe azul? Y por el contrario decidirme de una vez por todas el cambiar el rumbo de mi vida, y vender mi cuerpo al mejor postor, como tantas mujeres lo han hecho en la profesión más antigua del mundo.
Pues si madre, ya he recibido una propuesta, me he decidido, vengo de la clínica central, he vendido un riñón.
Fernando Omar Vecchiarelli
Escritor del fin del mundo
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